Un libro del siglo XVI rezaba: "los magos dicen que si una persona se frota a sí misma con un diente de león será bienvenido en todas partes y obtendrá lo que desee".

lunes, 17 de noviembre de 2014

QUÉ VIDAS, QUÉ VIDAS HEMOS TENIDO




Siempre me tenían como criada, como Juaniquiqui. Iba a comprar carburo, creo que para mezclar con la cal, para blanquear las paredes. Sí, también para los candiles, íbamos a la casa del abuelo cuando tenía que descargar.

Era pequeña, tenía edad del colegio, y me mandaban donde mi padre. Tenía que atravesar el puente romano, -bueno, que sólo la mitad era romano-, con unas heladas de aúpa, que las mondongueras me daban morcilla recién cocida para que me la fuera comiendo por el camino, a la vuelta, y entrara en calor. Mi padre me daba el botecito de cristal con la sangre de las vacas, a lo mejor eran de cordero, con unas bolitas para que no cuajara. Yo tenía que ir moviéndolo para que la sangre no se coagulara y se lo llevaba a Leo, la analista. Yo la llamaba doña Leo. Se murió ya, y detrás el marido.

Luego, en los embarazos, era ella la que me los diagnosticaba. Me decía: Vete a comprar o date una vuelta a la plaza, y en media hora me daba el resultado. ¿Qué quieres, que te diga que sí o que no? Y si le decía no, ella: 

- Pues va a ser que sí. 

- ¡Es que ya serán 4!

- Yo tb tengo 4.

- Pero tú tienes quien te los cuide.

- Eso sí, eso sí.


Qué vidas, qué vidas hemos tenido, hija mía.



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