
Ha dicho el Santo Padre
que el aborto es de asesinos,
y es curioso que lo diga
alguien que no tiene hijos,
alguien que come y bebe
por culpa de algún cristiano,
que no vive en un piso,
que vive en el Vaticano,
que lo único que hace
es saludar con una mano.
Respóndame, Padre:
¿Por qué se le niega, entonces,
la comunión a los retrasados?
¿Por qué tantas criaturitas
mueren de hambre desamparaos?
¿A quién llama usted asesino?
Qué fácil es, qué fácil es
recordarnos los mandamientos
viviendo como un marqués.
Si usted es Dios aquí en la tierra
por qué se encierra en ese palacio.
Usted qué sabe de las guerras,
usted qué sabe de calvarios.
Déjese de tanta historia
apostólica y romana.
Creo en ese Cristo tan humilde
que murió en un "maero"
y creo en su Santa Madre
y, que me perdone el cielo,
a usted yo no le creo.
(Antonio Martínez Ares; Comparsa "Los Miserables"; 1993)
Han pasado casi 20 años, y asombra ver lo poco que cambian algunas cosas y lo poco que han cambiado mis emociones al respecto.
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