Un libro del siglo XVI rezaba: "los magos dicen que si una persona se frota a sí misma con un diente de león será bienvenido en todas partes y obtendrá lo que desee".

martes, 4 de septiembre de 2007

SOÑAR FRÁGILES BURBUJAS (R. Creek)


Como en las pequeñas y bellas historias del cine (ésas que de tan pequeñas parecen, además de deseables, posibles; ésas que añoras sin haberlas vivido) lo peor de los sueños imposibles no es tanto el despertar y ver el hematoma que te recuerda que no eres Alicia, que no puedes atravesar ese espejo, cuanto que, al abrir los ojos después de haberlos tenido invadidos de un mundo ilusiorio, la realidad que te circunda ya no te parece tan maravillosa como antes de fabricar esos mágicos sueños irrealizables. Despiertas mientras, como decía mi abuela, sigues con el corazón dormido, y tardas tanto en darte cuenta de que has aterrizado que, durante un tiempo que parece infinito, sigues, sin poder impedirlo, aleteando con los brazos extendidos, mientras arrastras los pies con el corazón encolado a las suelas, triste constancia de tu total desadaptación.

Mi agapi dice que es una sensación de conocer lo desconocido. Sí, una vida soñada, o algo así, que ¡alehop! surge de la nada como si nunca hubiese estado en ningún otro lugar más que delante de tus ojos, y que se te representa tan tangible que parece que vas a poder tocarla, que la vas a atrapar o que te vas a dejar atrapar por ella; y alargas los dedos, con una sonrisa infantil, como hacías en las películas 3D cuando pasaban a tu lado las burbujas de colores, para comprobar ¡poff! que estás tocando humo, vacío,... Y, sin embargo, no eres capaz de reconocerla como un reflejo de tu propio anhelo, como si te resistieses a su imposibilidad.

No hay comentarios :

Publicar un comentario