Te quiero. Lo sabes porque te lo digo a todas horas, con mi voz y con mis besos, con abrazos y caricias, también cuando te grito, de pronto, cuando no esperas verme aparecer, ¡¡Honkong Fuii!!, te lo digo. Y tú me crees. Pero sé que te gusta más cuando te lo escribo, que te parece más de verdad. Lo sé y, sin embargo, apenas lo hago. Apenas te escribo cuánto te he necesitado siempre y cuánto te sigo necesitando.
![]() |
Madre e hijo (Gustav Klimt) |
Tú nunca me has acunado durante horas en una mecedora como hacían las madres de las películas. Sin tiempo ni de sentarte, me has mecido siempre en el pecho del consuelo, arrullándome en la eterna nana de tu comprensión infinita y tus balsámicas palabras.
Nunca me has llevado en brazos. Tu cuerpo joven no podía con los cuatro, ni pudo, después, ya más cansado, con nuestra feliz sorpresita. Por eso me has llevado siempre en los brazos del amor, en el soporte invisible pero tangible de tu incondicionalidad absoluta, con el pulso inacabable de tu paciencia, en el sosiego nirvánico de tus oídos abiertos a mis palabras, hasta las más precarias, e incluso atentos y alerta a mis escasos silencios también.
Nunca me has llevado de viaje, pero me has hecho viajar a las simas de tu infancia, a los océanos de las historias de los otros, a la pradera inmensa de tu perpetua sonrisa y al viaje más privilegiado: el de tu corazón.
No me contaste cuentos ni pudiste, a tu pesar, darme tu religión, pero me diste más que eso: me has regalado mi fe en los sueños.
No me has construido un palacio, ni me has comprado un velero, me has regalado una vida y, más allá de ella, me has regalado un feliz camino: el mío, acompañándome de la mano durante todo el sendero, una mano que nunca oprimió, ni cuando veías que me caía; una mano que nunca dirigió, aun cuando veías que me perdía; una mano que nunca detuvo, aun cuando veías que me estrellaba; una mano que me acaricia cuando me ve en el suelo; me guía cuando pido señales; que me recibe cuando recupero el rumbo; y que me sana cada vez que me veo herida.
Yo, que no sé decir te quiero como me lo dices tú, tengo que usar las palabras y los besos: Te quiero desde siempre, a lo largo y ancho del curso de este Nilo mío que me has ofrecido, mamimamámadreLoliLolaMªDolores. ¡¡Te quiero!!
No hay comentarios :
Publicar un comentario