Partenogénesis o el misterio de María. Es un tema con el que me desvelo cada noche. Electrocutarme o meterme un chute de Wolbachia y parir marianamente. ¿Que no?
No tengo aún bien planificado cómo hacerlo. Había pensado estudiarme seriamente a Mary Shelley, pero deseché la idea porque no sé si es muy precisa en los pequeños detalles científicos. Por ejemplo: ¿Qué tipo de tormenta eléctrica debo esperar? o, lo que es lo mismo: ¿Cuál es el máximo voltaje al que debería someterme? Se trataría sólo de reproducirme, y no de vivificarme, ¿estaría igualmente indicado el proceso prometeíco conmigo? Demasiadas dudas y temores. Después de todo, ella no llegó a ponerlo en práctica. Sólo se lo imaginó. Así que he estado consultando manuales de biología sobre platelmintos, hormigas, etc., pero no creo que sea capaz de emularlos, así como si nada. Por eso la idea de la silla eléctrica o la inyección bacteriana. Precisamente la saqué de ahí.

Día a día voy dando forma a lo que nació como una idea loca sobre la virgen católica, convertida, oníricamente, en abeja reina, madre de todos los zánganos. Mi primera dificultad es que no sé dónde se compra la Wolbachia ni si, encontrado el abastecedor, debo pedirla en unidades de capacidad o de peso. ¿Qué hago? ¿solicito un par de litros de Wolbachia, un quintal métrico, 10 grageas, arroba y media…? ¿Vendrá con prospecto? No me gustaría sobredosificarme y partenogenerar septillizos, por ejemplo.
Lo del electroshock no está mal tampoco, pero, claro, no es un proceso tan autónomo como el de la bacteria. Para electrocutarme necesitaría ayuda, sobre todo si debo alcanzar un voltaje próximo a la defunción. No me veo girando la ruedecita de control del voltímetro a la vez que me convulsiono en espasmos de posesa y, sobre todo, no sé si a ese voltaje conservaré el suficiente control muscular como para detener la descarga una vez administrada la necesaria. No. No me veo en pleno ataque parkinsoniano y dirigiendo impávida mi mano hacia el panel de control. Aunque quizá sea posible. No sé. No conozco aún a nadie que lo haya probado ¡y eso que me he metido en foros de lo más extraño! Y no es que me niegue a pedir ayuda por orgullo o para no tener que deber favores eléctricos a nadie, no. Es que tampoco sabría cómo pedir a alguien que me electrocute, así, sin más explicaciones. Tampoco sabría qué tipo de persona accedería a una petición como ésa. He leído que el verdugo de Neil Tucker no lo hizo nada mal hace tres años. Pero, claro, él llegaba hasta el final. No sé si sabría contenerse conmigo. Tampoco me veo buscándolo en Carolina del Sur, con lo grande que es y con lo mal que hablo yo el inglés… Pero todo es ponerse, la verdad. Si María pudo, y encima en esa época, sin electricidad ni nada, ¿me voy yo a rendir por un par de nimiedades puramente formulísiticas? De momento ya me he apuntado a un curso virtualizado de inglés, por si me falla lo del proveedor farmacéutico.
No tengo aún bien planificado cómo hacerlo. Había pensado estudiarme seriamente a Mary Shelley, pero deseché la idea porque no sé si es muy precisa en los pequeños detalles científicos. Por ejemplo: ¿Qué tipo de tormenta eléctrica debo esperar? o, lo que es lo mismo: ¿Cuál es el máximo voltaje al que debería someterme? Se trataría sólo de reproducirme, y no de vivificarme, ¿estaría igualmente indicado el proceso prometeíco conmigo? Demasiadas dudas y temores. Después de todo, ella no llegó a ponerlo en práctica. Sólo se lo imaginó. Así que he estado consultando manuales de biología sobre platelmintos, hormigas, etc., pero no creo que sea capaz de emularlos, así como si nada. Por eso la idea de la silla eléctrica o la inyección bacteriana. Precisamente la saqué de ahí.

Día a día voy dando forma a lo que nació como una idea loca sobre la virgen católica, convertida, oníricamente, en abeja reina, madre de todos los zánganos. Mi primera dificultad es que no sé dónde se compra la Wolbachia ni si, encontrado el abastecedor, debo pedirla en unidades de capacidad o de peso. ¿Qué hago? ¿solicito un par de litros de Wolbachia, un quintal métrico, 10 grageas, arroba y media…? ¿Vendrá con prospecto? No me gustaría sobredosificarme y partenogenerar septillizos, por ejemplo.
Lo del electroshock no está mal tampoco, pero, claro, no es un proceso tan autónomo como el de la bacteria. Para electrocutarme necesitaría ayuda, sobre todo si debo alcanzar un voltaje próximo a la defunción. No me veo girando la ruedecita de control del voltímetro a la vez que me convulsiono en espasmos de posesa y, sobre todo, no sé si a ese voltaje conservaré el suficiente control muscular como para detener la descarga una vez administrada la necesaria. No. No me veo en pleno ataque parkinsoniano y dirigiendo impávida mi mano hacia el panel de control. Aunque quizá sea posible. No sé. No conozco aún a nadie que lo haya probado ¡y eso que me he metido en foros de lo más extraño! Y no es que me niegue a pedir ayuda por orgullo o para no tener que deber favores eléctricos a nadie, no. Es que tampoco sabría cómo pedir a alguien que me electrocute, así, sin más explicaciones. Tampoco sabría qué tipo de persona accedería a una petición como ésa. He leído que el verdugo de Neil Tucker no lo hizo nada mal hace tres años. Pero, claro, él llegaba hasta el final. No sé si sabría contenerse conmigo. Tampoco me veo buscándolo en Carolina del Sur, con lo grande que es y con lo mal que hablo yo el inglés… Pero todo es ponerse, la verdad. Si María pudo, y encima en esa época, sin electricidad ni nada, ¿me voy yo a rendir por un par de nimiedades puramente formulísiticas? De momento ya me he apuntado a un curso virtualizado de inglés, por si me falla lo del proveedor farmacéutico.
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