Un libro del siglo XVI rezaba: "los magos dicen que si una persona se frota a sí misma con un diente de león será bienvenido en todas partes y obtendrá lo que desee".

miércoles, 16 de mayo de 2007

CRASH (R. Creek)


Me dan escalofríos las personas que se rompen. Siempre pienso que, en un descuido, mientras bajo por la barandilla atropelladamente, como siempre hago, sin previsión ni malicia, me las puedo cargar. Y no sé recomponer personas cuando las rompo. Se me dan bien las personas puzzle; incluso se me da fenomenal conseguir que las personas ya rotas se rehagan a sí mismas con superglú. Nunca se parecen, después, a lo que fueron antes de romperse; tienen una forma nueva, pero igualmente hermosa. De eso sé. No he aprendido, pero -me resulta curioso- sé. No así con las que están enteras y de pronto se hacen añicos sin querer cuando estoy cerca, tan cerca como se está de un empujón. Y no pregunto si he sido yo, porque veo que sí, que las he roto sin querer, a veces, incluso, porque no las había visto; otras, porque no me he percatado del letrerito que reza “Frágil” (algunas ni lo llevan). Soy torpe y mala recomponedora de lo que estropeo. Cuando algo así sucede, digo: "Sí, he sido yo, perdóname mucho". Y salgo corriendo calle abajo, llevándome por delante otras dos o tres personas que se rompen. O que ni se tambalean siquiera.

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