Un libro del siglo XVI rezaba: "los magos dicen que si una persona se frota a sí misma con un diente de león será bienvenido en todas partes y obtendrá lo que desee".

jueves, 11 de febrero de 2016

REGÁLAME UN MANTRA


El otro día a unos amigos míos les dio por irse a dar una vueltecita a la India para oxigenarse. Son muy de salir a dar un paseíto, que se les vaya el santo al cielo y, a lo tonto a lo tonto, aparecer en Jaipur, por ejemplo.

Cuando dan estos paseos largos, yo siempre les digo, cual hija consentida: “¡Traedme algo!”, y para prevenir que, abducidos por la publicidad, vuelvan con un huevo Kinder, les digo exactamente lo que quiero, que suele ser más hacia lo Fabergé.

Como son encantadores, no se niegan jamás, y así sigo siendo una malcriadita pidiendo más que un cura. Con esta sencilla estrategia me he hecho con un óleo mural de Repin (por el que casi terminan en la estepa siberiana), una birra musical en Piazza San Marco (por la que casi terminan en el Monte di Pietà para costearse il ritorno), una bella lady boy balinesa (por la que casi terminan desdentados), un breakfast en Tiffany's (por el que casi terminan quitándole el trabajo a Holly) y alguna otra bagatela más (no siempre legal) que ellos se encargarán de recordarme.

Siempre digo que el último es el mejor regalo del mundo hasta que llegan con el siguiente, pero ahora sí que sí creo que han llegado al non plus ultra: me han traído el secreto de la eterna felicidad y la eterna juventud, conseguido de manos de los más humildes sabios de una cultura milenaria. Como soy, por contagio, un alma generosa, quiero compartirlo con todo aquél que quiera, a su vez, atesorarlo: 

Lo uno causa y consecuencia de lo otro

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