Un libro del siglo XVI rezaba: "los magos dicen que si una persona se frota a sí misma con un diente de león será bienvenido en todas partes y obtendrá lo que desee".

domingo, 23 de agosto de 2015

SENTIR (Luz Casal)






Abre la puerta, no digas nada,
deja que entre el sol.
Deja de lado los contratiempos,
tanta fatalidad,
porque creo en ti cada mañana
aunque a veces tú no creas nada.

Abre tus alas al pensamiento
y déjate llevar;
vive y disfruta cada momento
con toda intensidad,
porque creo en ti cada mañana
aunque a veces tú no creas nada.

Sentir que aún queda tiempo
para intentarlo, para cambiar tu destino.
Y tú, que vives tan ajeno,
nunca ves más allá
de un duro y largo invierno.

Abre tus ojos a otras miradas
anchas como la mar.
Rompe silencios y barricadas,
cambia la realidad,
porque creo en ti cada mañana
aunque a veces tú no creas nada.

Sentir que aún queda tiempo
para intentarlo, para cambiar tu destino
Abre la puerta, no digas nada.


jueves, 20 de agosto de 2015

¿SALVEMOS AL TORO, ANIQUILEMOS A LOS TURRESILANOS? (R. Creek)





A menudo me he sonreído para mis adentros cuando he escuchado que tener una mascota garantiza el que seas un amante de la humanidad. Y me he sonreído porque quienes abandonan a sus mascotas, maltratan a sus mascotas, descuidan a sus mascotas,... son precisamente personas que tienen mascotas. De los otros no podemos inferir cuál sería su comportamiento hacia los animales. Mucho menos sentido tiene identificar a un amante de SU mascota con alguien altruista y amable con el planeta y el universo. Podría citar algunos casos, pero no quiero meterme en jardines.

Esto viene al hilo del shock tan fuerte que me produce quien defiende a un ser vivo de la violencia ejercida por otro, y para esa defensa utiliza, precisamente, la violencia. Es como ser defensor, a la vez, de la vida y de la pena de muerte. No le veo la lógica. Quizá mi capacidad de comprensión es muy básica y espero que quien sufre con la violencia lo haga en términos absolutos, y no justificándola en determinados casos (incluidos, curiosamente, los casos en los que la ejerce el propio antiviolencia).

Pero me desvío del tema porque, más allá de toda esa lógica que me resulta tan ilógica, lo que de verdad quiero expresar es lo terriblemente equivocado que es intentar un cambio de actitud en otro ejerciendo la agresión, la imposición, el acoso, la intimidación... En el caso del Toro de la Vega, el grado de violencia verbal, el boicot que se hace a todo el pueblo, incluidas manifestaciones culturales que nada tienen que ver con la cruenta práctica, el tomar el todo por las partes, la identificación de todos los individuos del pueblo como si de una sola entidad se tratara, el juicio sobre sus valores en general, más allá de lo que se circunscribe a esa odiosa práctica,... en fin, el trato unificado y unificador, generalizado y generalizador, que se da a tantos seres distintos de sensibilidades tan diferentes, consigue el efecto contrario al cambio impuesto desde fuera.

Los fenómenos identitarios se dan en grupos sociales de distinta índole: hinchadas futboleras, tribus del tipo que sea, gremios, familias, naciones, compañeros de mus o de religión... y sus mecanismos son bastante complejos en general. Lo que sí parece más que probado es que no hay nada que cohesione más a un grupo, que le dé más identidad (incluso convirtiendo en grupo a un colectivo que no funcionaba como tal), que la amenaza externa contra todos ellos. 

La suegra puede pelearse con el yerno, los cuñados pueden mantener posturas ideológicas totalmente discrepantes, el grupo familiar puede tener tantos conflictos internos que difícilmente ningún observador podría considerar que exista algo que los una. Ahora bien, si aparece un grupo externo que los trata como unidad, los califica a todos ellos en los mismos términos, estará ayudándoles/obligándoles a etiquetarse bajo una característica común. Si encima a lo que viene ese grupo extranjero es a ofender a todos por lo que hace uno, a agredir, a robar, humillar, imponer, tiranizar... ¡lo que sea!, el grupo autóctono se verá como lo ven los otros: como una sola entidad, y como una sola entidad responderá. Se radicalizará en sus posiciones y, si antes de la llegada del grupo agresor había grietas y discrepancias entre ellos, se disolverán para proteger, más que una costumbre atávica y sangrienta, la propia existencia, la propia identidad. Lo hemos visto repetido miles de veces con los procesos nacionalistas: cuanto mayor es la agresión externa ("¡Habría que hacer entrar a los tanques en Cataluña!" "Cualquiera con aspecto de musulmán, sea cual sea su religión, deberá pasar diez controles más en el aeropuerto",...), mayor es el número de adeptos dispuestos a besar y defender una bandera o una ideología o una costumbre que, antes de la amenaza, a lo mejor hasta se permitían cuestionar.

Recriminamos a un familiar por tirar basura a la calle, pero si viene un tipo del portal de enfrente y nos llama a los dos, a mi familiar y a mí, cerdos y nos pone a caer de un burro, posiblemente terminaré defendiendo una actitud que hace unos segundos me parecía nefasta, y haciendo frente común con mi familiar. Y no porque sea mi familiar, sino porque el tipo de enfrente nos ha convertido, él solito, en grupo, y en términos negativos.

No es acertado, no, ni de justicia, cercar a todo un pueblo, de niños, adultas, panaderos, abuelas, escritores, ganaderas, aficionadas al Atletic, fútbolfóbicos, melómanas, titiriteros, analfabetas musicales, taurinas, antitaurinos, rubios, delgaditas, gigantes, desastradas, fashion victim, tíos, bibliófilas, sobrinos, hipsters, melancólicos, románticos, guerrilleras, comilonas, deportistas, estudiantes, manifestantes, cocineros... No es acertado asediarles a todos ellos vistiéndoles de monstruo único. Porque ese monstruo único y gigantesco al principio sólo está en el imaginario del que le odia y quiere aniquilarlo, pero, a fuerza de oír constantemente su nombre y sus imaginadas cualidades, el millar de individuos distintos e individuales que actuaban como tales, puede terminar autocumpliendo la profecía y satisfaciendo las expectativas del que espera lo peor de ellos.

Posiblemente el toro de la Vega jamás ha tenido tantos defensores como ahora que se agrede no sólo a quien defiende la práctica sino hasta quien respira alrededor. Y posiblemente esa acérrima defensa se vendrá abajo en cuanto un extraño deje de intentar obligarles a hacer lo que él quiere sólo porque él lo quiere (y viene con otros mil que quieren lo mismo que él). Incluso aun cuando mi filosofía coincida con la del que tengo enfrente, si pretende tiranizarme terminaré adoptando posturas contrarias y hasta cambiaré mi naturaleza misma. Y todo por proteger mi identidad. Una identidad por la que no me sentía representado antes de la amenaza. Pero también la mía, la aunténtica, engullida por la que me atribuyen, y que también veo peligrar incluso físicamente.

Hay formas mejores y, sobre todo, más eficaces de acabar con una costumbre lapidaria que usando la lapidación. Y si no, que se lo pregunten a las cabras de Manganeses.

miércoles, 19 de agosto de 2015

CARTA A FIERRO (GALEANO, La canción de nosotros)


Hemos preguntado por todas partes y nadie sabe dar cuenta de tu paradero.

En los cuarteles se ríen de mí cuando pregunto. Ellos dicen que te habrás ido con otra, pero yo sé que te han metido preso de nuevo porque vino un amigo tuyo que sabe y me lo dijo. Me pregunto adónde andarás. Los sufrimientos que estarás pasando ya me los imagino. Puede ser que esta carta te llegue y puede ser que no, pero lo mismo la voy a llevar a ver qué pasa.

Dice el Yuyo que te manda un chicle globero, porque vos sabés hacer buenos globos, globos grandes, que vuelan, y así te metés adentro del globo y te escapás. Dice que cuando vuelvas le traigas un paraguas y un helado. Hoy se levantó muy temprano para pedirle que vuelvas al lucero del alba.

El Yuyo es una maquinita de hacer preguntas. Me tiene loca con las preguntas. ¿Cuándo empezará todo de nuevo? ¿Cuándo empezará todo otra vez, del año 1 en adelante? ¿Cuántos segundos demora en pasar un siglo?
 
A veces me dice que está deseando nacer y está deseando crecer, pero a veces me dice que quiere volver a meterse en mi barriga.

Camina mucho solo, anda por ahí, sin darse con nadie. A cuanto tipo de uniforme ve por la calle, aunque sea un portero de hotel, le pregunta: ¿Cuándo me vas a devolver a mi papá? Dice que los va a fulminar a todos con el rayo ultra-seven y les patea los tobillos y sale corriendo.
 
Yo también te extraño mucho. Olvidate de todas las cosas feas que te tengo dichas y las veces que yo no te entendía. Solamente quiero quevuelvas. Quiero que estemos juntos por un rato aunque sea y quiero decirteque sos lo mejor que me ha pasado en la vida.

Nunca te gustó que yo te hablara así y cambiabas de tema o te agarrabas una rabieta y además siempre había otras cosas de qué hablar, como ser, las maldades del gobierno o lo caro que está todo y no hay plata que alcance.

Ahora yo no sé si vas a poder leer esta carta, pero igual siento como una necesidad de decirte que yo contigo he sido más feliz de lo que los libros dicen que se puede. Perdóname si tantas veces me anduve quejando por bobadas.

Un día me dijiste que yo tenía cara de mujer a la que siempre se vuelve y yo te espero ahora o cuando sea y donde sea y como sea. Quiero que sepas.


©Paul Wager

HOY (Gloria Estefan)




Tengo marcado en el pecho
todos los días que el tiempo
no me dejó estar aquí.
Tengo una fe que madura
que va conmigo y me cura
desde que te conocí.

Tengo una huella perdida
entre tu sombra y la mía
que no me deja mentir.
Soy una moneda en la fuente,
tú mi deseo pendiente,
mis ganas de revivir.

Tengo una mañana constante
y una acuarela esperando
verte pintado de azul.
Tengo tu amor y tu suerte
y un caminito empinado.
Tengo el mar del otro lado,
tú eres mi norte y mi sur.

Hoy voy a verte de nuevo,
voy a envolverme en tu ropa.
Susúrrame en tu silencio
cuando me veas llegar.
Hoy voy a verte de nuevo,
voy a alegrar tu tristeza.
Vamos a hacer una fiesta
pa' que este amor crezca más.

Tengo una frase colgada
entre mi boca y mi almohada
que me desnuda ante ti.
Tengo una playa y un pueblo
que me acompañan de noche
cuando no estás junto a mí.

Tengo una mañana constante
y una acuarela esperando
verte pintado de azul.
Tengo tu amor y tu suerte
y un caminito empinado.
Tengo el mar del otro lado,
tú eres mi norte y mi sur.

Hoy voy a verte de nuevo,
voy a envolverme en tu ropa.
Susúrrame en tu silencio
cuando me veas llegar.
Hoy voy a verte de nuevo,
voy a alegrar tu tristeza.
Vamos a hacer una fiesta
pa' que este amor crezca más.

Hoy voy a verte de nuevo,
voy a envolverme en tu ropa.
Susúrrame en tu silencio
cuando me veas llegar.
Hoy voy a verte de nuevo,
voy a alegrar tu tristeza.
Vamos a hacer una fiesta
pa' que este amor crezca más.

© Tuan Manh Nguyen

lunes, 17 de agosto de 2015

POEMA DEL HIJO (Gabriela Mistral)



I
¡Un hijo, un hijo, un hijo! Yo quise un hijo tuyo
y mío, allá en los días del éxtasis ardiente,
en los que hasta mis huesos temblaron de tu arrullo
y un ancho resplandor creció sobre mi frente.

Decía: ¡un hijo!, como el árbol conmovido
de primavera alarga sus yemas hacia el cielo.
¡Un hijo con los ojos de Cristo engrandecidos,
la frente de estupor y los labios de anhelo!

Sus brazos en guirnalda a mi cuello trenzados;
el río de mi vida bajando a él, fecundo,
y mis entrañas como perfume derramado
ungiendo con su marcha las colinas del mundo.

Al cruzar una madre grávida, la miramos
con los labios convulsos y los ojos de ruego,
cuando en las multitudes con nuestro amor pasamos.
¡Y un niño de ojos dulces nos dejó como ciegos!

En las noches, insomne de dicha y de visiones,
la lujuria de fuego no descendió a mi lecho.
Para el que nacería vestido de canciones
yo extendía mi brazo, yo ahuecaba mi pecho…

El sol no parecíame, para bañarlo, intenso;
mirándome, yo odiaba, por toscas, mis rodillas;
mi corazón, confuso, temblaba al don inmenso;
¡y un llanto de humildad regaba mis mejillas!

Y no temí a la muerte, disgregadora impura;
los ojos de él libraron los tuyos de la nada,
y a la mañana espléndida o a la luz insegura
yo hubiera caminado bajo de esa mirada…

II
Ahora tengo treinta años, y mis sienes jaspea
la ceniza precoz de la muerte. En mis días,
como la lluvia eterna de los polos, gotea
la amargura con lágrimas lentas, salobre y fría.

Mientras arde la llama del pino, sosegada,
mirando a mis entrañas pienso qué hubiera sido
un hijo mío, infante con mi boca cansada,
mi amargo corazón y mi voz de vencido.

Y con tu corazón, el fruto de veneno,
y tus labios que hubieran otra vez renegado.
Cuarenta lunas él no durmiera en mi seno,
que sólo por ser tuyo me hubiese abandonado.

Y en qué huertas en flor, junto a qué aguas corrientes
lavara, en primavera, su sangre de mi pena,
si fui triste en las landas y en las tierras clementes,
y en toda tarde mística hablaría en sus venas.

Y el horror de que un día, con la boca quemante
de rencor, me dijera lo que dije a mi padre:
«¿Por qué ha sido fecunda tu carne sollozante
y se henchieron de néctar los pechos de mi madre?»

Siento el amargo goce de que duermas abajo
en tu lecho de tierra, y un hijo no meciera
mi mano, por dormir yo también sin trabajos
y sin remordimientos, bajo una zarza fiera.

Porque yo no cerrara los párpados, y loca
escuchase a través de la muerte, y me hincara,
deshechas las rodillas, retorcida la boca,
si lo viera pasar con mi fiebre en su cara.

Y la tregua de Dios a mí no descendiera:
en la carne inocente me hirieran los malvados,
y por la eternidad mis venas exprimieran
sobre mis hijos de ojos y de frente extasiados.

¡Bendito pecho mío en que a mis gentes hundo
y bendito mi vientre en que mi raza muere!
¡La cara de mi madre ya no irá por el mundo
ni su voz sobre el viento, trocada en miserere!

La selva hecha cenizas retoñará cien veces
y caerá cien veces, bajo el hacha, madura.
Caeré para no alzarme en el mes de las mieses;
conmigo entran los míos a la noche que dura.

Y como si pagara la deuda de una raza,
taladran los dolores mi pecho cual colmena.
Vivo una vida entera en cada hora que pasa;
como el río hacia el mar, van amargas mis venas.

Mis pobres muertos miran el sol y los ponientes
con un ansia tremenda, porque ya en mí se ciegan.
Se me cansan los labios de las preces fervientes
que antes que yo enmudezca por mi canción entregan.

No sembré por mi troje, no enseñé para hacerme
un brazo con amor para la hora postrera,
cuando mi cuello roto no pueda sostenerme
y mi mano tantee la sábana ligera.

Apacenté los hijos ajenos, colmé el troje
con los trigos divinos, y sólo a Ti espero,
¡Padre nuestro que estás en los cielos!, recoge
mi cabeza mendiga, si en esta noche muero.

sábado, 8 de agosto de 2015

MIENTRAS ARDE LA LLAMA (India Martínez)


AFP




De tu idioma transparente como el agua
entendí tu belleza.
Madreselva que me gritas sin palabras:
de tu suelo florecen tristezas.

Tierra en erupción,
lamento que atraviesa el corazón,
hoy tu dolor es mi dolor,
alcemos la voz.

Hoy he vuelto a soñar y a creer
en un sol que no se apaga.
Sentiremos la lluvia caer
mientras arde la llama.

De las aves cuando
cruzan los glaciares,
del camino que se hace, 
del instinto de ese niño
cuando nace
aprendí la constancia del mar.

Ley de libertad, 
de fuerza y de respeto a la verdad,
Hoy tu dolor es mi dolor,
Levanta tu voz..
Hoy he vuelto a soñar y a creer
en un sol que no se apaga.
Sentiremos la lluvia caer
mientras arde la llama.

domingo, 2 de agosto de 2015

EL VIAJERO (Benjamín Prado) - DEJANDO LA PLAYA ATRÁS (APARROYOS)


EL VIAJERO (Benjamín Prado)

Se viaja siempre contra tu país,
de ti mismo a un lugar donde ser otro
que ya no te recuerde,
ni quiera regresar.

Pero dónde hay un mundo más allá del pasado,
para escapar de ti.

El que se marcha aprende a olvidar los caminos.
Quien se queda, renuncia a la aventura de irse
y al sueño de volver.

Pero de qué le sirve la distancia
al hombre que no olvida,
el que está condenado a que su rostro
se pueda reflejar a la vez en dos ríos.

Con la tristeza del que se detiene
para dejar pasar de largo sus deseos;
con la esperanza intacta
del que aún
no sabe dónde va ni a quién espera,

me despedí de ti,
bajé a la calle,
puse el pie en una tierra en la que no existías,

donde mi sombra no era el eje de lo oscuro,
donde tus ojos no eran los dueños de la luz.

Nunca he ido más lejos que al dejarte marchar.

©APARROYOS

UNA NOCHE TE DIJE (BENJAMÍN PRADO) - HUMO DE LUNA (ROBERTO EGEA)


Una noche te dije:
-Quien no tiene secretos
nunca tendrá piedad.
Llovía, pero abriste una ventana.
La tormenta era azul dentro del bosque.
La mancha roja de las rosas
se extendía
por el corazón de los jardines.
y el mundo era un mundo de otra época:
como la vez que estábamos en una casa abandonada
viendo un incendio antiguo.


( Benjamín Prado, De "Asuntos personales" 1991)

©Roberto Egea - Humo de luna

sábado, 1 de agosto de 2015

BANANA REPUBLIC (Steve Goodman - Jim Rothermel - Steve Burgh ft. Ana Belén)

©Vo Anh Kiet



Existe un país en los trópicos
donde el sol es un sol de verdad
y a la sombra de bosques exóticos
imagínate lo bien que se está.

Los locos que el mundo no traga
nos juntamos al anochecer
dando vueltas a un sueño probable
a una voz que no ha podido ser.

Y mientras el mundo se queda
transitando por la misma vía
aquí estamos rueda que te rueda
ahuyentando la melancolía.

Cazamos al vuelo las lágrimas
las bebemos con vino y con miel
y aprendemos la risa del trópico
y salvamos así la piel.


Existe un país en los trópicos
donde a veces el frío es mortal
cuando un alma se enferma de veras
con anemia de libertad.

Allí le ponemos dos alas
le enseñamos de nuevo el vuelo
y aparece de repente el sol
calentando nuevamente el cielo.

CAMPO DE SUEÑOS (R.Creek)


Arrastraba un carrito de palos de golf y enseguida atrapó mi mirada. El carrito estaba repleto, pero no de hierros, sino de un totum revolutum que no acerté a encasillar porque sólo sobresalían ropa, algo que parecía un parchís, una baguette,... Ralenticé mi paso para no tener que sobrepasarlo y averiguar más de esa extraña situación. Me lo imaginé abriendo un deportivo y metiendo dentro lo que sería una maleta de vacaciones original. 

Llevaba un buen rato tras él sin que apareciera el deportivo, de modo que recuperé la marcha normal para seguir mi camino. A medida que me iba acercando buscaba otro ángulo de visión que me permitiera descubrir su cara, pero me detuve en su mano, que sostenía un hierro no sé de qué número, pero muy elegante. Las ganas de ver su rostro se frenaron por la renovada curiosidad de saber su destino, de modo que volví al caminar paseante y sin prisa, aumentando la distancia.

Casi me decepcionó ver que cruzaba la calle hacia un contenedor de basura. Después de todo, sólo se iba a deshacer de unos trastos. Abrió la tapadera y, en una décima de segundo, sufrí un metafórico golpe en la cabeza con ese elegante palo de golf cuando vi que, lejos de lanzar nada dentro, removía el contenido con el bastón y atrapaba lo que creía que faltaba en su carrito.

No pude verle la cara, pero le imaginé una expresión como la mía propia después de la sacudida: reconcentrada a la vez que perdida.