Mi plan A había fracasado. Pero, como descubrí enseguida, sólo en apariencia. De mis largos y lentos paseos por la caligrafía de tus emociones surgió la idea loca del plan B. Y no fui yo, esta vez, quien se disfrazó de musa, pues la mismísima Calíope decidió apoderarse de mi mente y de mis dedos, trazando la más épica estrategia de conquista que los humanos (y algunos dioses perezosos) hayan conocido. Estudió la amalgama de enseres que daban cabida a tus canciones: libretas y libretos, retales de cortinas, servilletas del bar Juli,... Memorizó tus hábitos, tus movimientos, tus pasos y hasta
la precisa dirección de todas tus miradas.
En ratos absortos de mi espíritu, tomó mi mano abandonada y empezó con ella a garabatear petites histoires sobre soportes peregrinos: hojas de castaño, rollo de cocina, plantillas de zapatos y hasta alguna cáscara de fruto seco, imitando tu letra. Después las deslizaba subrepticiamente entre tus rutinas: aplastadas debajo de la almohada, hechas una bola dentro de tu zapatilla izquierda, saliendo del tubo de pasta de dientes...
Tú les echabas apenas un vistazo y, creyéndolas tuyas, las depositabas en tu montaña de fertilidad, sedimentada sobre la mesa y contra la pared aledaña, colándose entre los huecos de la vieja estantería.
Fue decepcionante. La trama estaba bien ¡muy bien, diría yo! pero no conducía a un desenlace ni remotamente próximo al esperado. Calíope, lejos de rendirse, se limitó a cambiar un par de detalles sin importancia e hizo aparecer sus/mis petites histoires en el tablón de anuncios de tu portería, en el planing semanal de tu oficina, en la sección de deportes del periódico local, en la pizarra de tapas de tu bar del mediodía, entre tus dos canciones favoritas del Spotify, sobre una ficha del mahjong, en la ventanilla de tu asiento en el tren de cercanías...
Sembró y sembró y sembró, tu barrio, tu ciudad y tu planeta. Y nos sentamos Calíope y yo, diente de león en mano, a esperar que un cálido haz de amor solar las germinase.
No hay comentarios :
Publicar un comentario