Un libro del siglo XVI rezaba: "los magos dicen que si una persona se frota a sí misma con un diente de león será bienvenido en todas partes y obtendrá lo que desee".

miércoles, 5 de noviembre de 2014

ABUELA ESCARCHA (III). SUPERWOMAN


Mininos, a su lado.



Abuela Escarcha tenía superpoderes. Algunos eran muy obvios, como el rayo escarcho-paralizante en los ojos, que nos dejaba como estatuas por más hiperactivados que estuviésemos segundos antes; o su superembudo despiertapetito mágico, capaz de hacernos comer hasta ratas si estuvieran en el plato, sólo con verlo aparecer o anunciar, mi abuela, su inminente llegada. Con ella, sin duda, nos sentíamos a salvo en el callejón y en el planeta (cuando no éramos objetivo de sus superpoderes, claro). 

También tenía superpoderes nada amenazantes, como el superacelerador de secado de pipas de calabaza para que estuviesen listas a nuestra llegada, fuese el día que fuese. O el superbidón de Dixán, en el que hacía aparecer serpientes articuladas, muñecos indios, biberones de anises pegoteados por la humedad, medallones de margarina Natacha,... y otros mil juguetes caídos en el olvido que, de pronto y paradójicamente, se revestían de juguetes largamente añorados o incluso juguetes requetedisfrutados que nos parecía no haber visto nunca antes. Era magia.

Incluso tenía el superpoder de renacer de sus cenizas. Una vez se pegó una caída de muerte, la trajeron sin apenas aliento, una hora de trayecto hasta el hospital. No se atrevían a darnos esperanzas... ¡le dieron el alta al día siguiente y reabsorbió hasta los hematomas! Yo creo que no se puso a bailar por guardar la compostura y para que nadie pensase que había sido una cámara oculta.

Conocíamos superpoderes que usaba a menudo, y otros que no usaba tanto pero de los que habíamos oído hablar. De un modo u otro, sabíamos que tenía superpoderes y punto, vamos, que no nos sorprendíamos cuando exhibía alguno nuevo.  Hasta que un día...

Un día de ésos (escasísismos) en los que me poseía el frenesí límpialotodoylímpialoafondo me puse con la librería de abajo, que me encantaba porque estaba repletita de libros de personas que se habían ido, muy queridas para todos los que las conocieron. Los libros parecían retener ese espíritu por el que merecieron tanto amor. No me quiero distraer, volvamos a los superhéroes y sus dones. Cuando terminé, mi tía vio que una de las esquinas de la alfombra que habitualmente están sujetas por el peso de la librería, había quedado fuera. ¿Y ahora tengo que volver a sacar todos los libros? Quitaquitaquita, empujo hacia arriba la librería y deslizo la esquina rápidamente. ¡Vaya prepotente! No conseguí ni que se inmutara. Mi tía se unió al esfuerzo ¡ni flowers! Cuanto más lo intentábamos, menor era nuestra fuerza, mayor nuestra risa y aún menor nuestra fuerza.

- Déjalo, que ya lo hace mi madre cuando vuelva del huerto. 

Yo ojiplanética, pensando que bromeaba:

- ¡¡¡¿Abuela?!!! ¡¿Pero cómo va a poder abuela?!

- ¡Huy! ¡Tu abuela tiene mucha fuerza, maja. Estoy un rato largo intentando abrir un bote y se pone ella y en un segundo lo tiene abierto.

Yo seguía escéptica. Una cosa es abrir un bote de pimientos al vacío y otro levantar una librería de ¿200 kilos? (por lo que conseguimos entre las dos bien podrían haber sido 200 toneladas). Mi superabuela tenía, a la postre, casi 80 años. En eso que oímos que se abre la puerta del corral.

- ¡¡¡Madreeee!!! ¡¡¡Madreeeeeee!!! ¡Venga a ayudarnos, mujer!

Cuando le explicamos la situación, yo esperaba que mi abuela nos mirase con expresión de "Venís de la bodega, ¿no?". Pero le pareció la petición más normal del mundo. Se acercó a la pata de la librería.

- ¡Espera, espera, que te ayudamos!

- Quita, que sólo estorbaríais.

Se inclinó y, sin ponerse roja del esfuerzo ni nada parecido ¡aaaAAAaaummmm! levantó la librería 10 centímetros. Yo estaba tan alucinada que hasta me tuvo que decir que venga, que metiera la alfombra.

Mi tía se partía de risa: ¿No te dije yo que podía?

Podía. Lo podía casi todo. Si siguiera aquí, Pablo Iglesias habría tenido que pagarle unos royalties.

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