Bony, Bucanero, Tigretón, Pantera Rosa saben a recuerdos. Al Maba, al
señor Miguel, a la señora Elena y a su diabólico niño adoptado. ¡Cuánto
pirateamos ese pequeño comercio de barrio! ¡Y de qué modo resistió
nuestros saqueos! Con el tiempo terminaron poniendo espejos por toda la
tienda y escondiendo la estantería de Bimbo en el fondo del pasillo…
pero ahí nuestros intereses ya eran otros: nos habíamos pasado todos a
los Bollycaos de dos piernas. De eso se libró el Maba, porque si nuestra
infancia se hubiese prolongado, al pobre señor Miguel no le habría
servido de nada ni el mejor servicio domotizado de vigilancia contra
nuestras bocas hechas agua.
El Maba era la instigación al pecado hecha tienda. Por el Maba sisábamos monederos y huchas con forma de robot que seleccionaban las monedas en función del tamaño. Por el Maba mentíamos a nuestras madres y a la policía si hubiese hecho falta. El Maba fue el fruto prohibido de nuestra infancia.
Pero el Maba también era el carrefour definitivo, si no frenabas ahí con los patines, el guarrazo era inevitable, incluidos frenazos de los pocos coches que entonces transitaban la calle Ángel de la Guarda. ¡Qué bien le pusieron el nombre! De cuánto nos libró ese nombre en tantísimas ocasiones.
Al Maba le hicimos también la competencia en alguna ocasión, montando una tómbola de rosarios de garbanzos, vasos de Nocilla y otros enseres resultado de la limpieza de nuestras casas y, en casos como el de Tini, producto del vaciado literal de la cocina y salón de la casa de sus padres, vía lanzamiento por la ventana (mi hermano Jose y yo, sin tómbolas de por medio, también practicamos el lanzamiento de alubias desde un 4º en cierta ocasión, y no pocos conductores creyeron que llovía café en el campo al ver la muesca de alguna en sus vehículos).
Encima del Maba se columpiaba Juan Pedro en las cuerdas de tender la ropa, alzando el vuelo sobre la barandilla del balcón al compás de los gritos desesperados de mi madre llamando a Leli.
El Maba era el “debajodelrelojdelaplaza” de nuestra infancia. Quedábamos allí cuando cerraban, allí cocinamos y vestimos a nuestras muñecas, intercambiamos nuestras primeras confidencias…
¡Qué pocos Mabas les van quedando a los niños piratas! :(
Calamaro: Lo que nunca se olvida.
El Maba era la instigación al pecado hecha tienda. Por el Maba sisábamos monederos y huchas con forma de robot que seleccionaban las monedas en función del tamaño. Por el Maba mentíamos a nuestras madres y a la policía si hubiese hecho falta. El Maba fue el fruto prohibido de nuestra infancia.
Pero el Maba también era el carrefour definitivo, si no frenabas ahí con los patines, el guarrazo era inevitable, incluidos frenazos de los pocos coches que entonces transitaban la calle Ángel de la Guarda. ¡Qué bien le pusieron el nombre! De cuánto nos libró ese nombre en tantísimas ocasiones.
Al Maba le hicimos también la competencia en alguna ocasión, montando una tómbola de rosarios de garbanzos, vasos de Nocilla y otros enseres resultado de la limpieza de nuestras casas y, en casos como el de Tini, producto del vaciado literal de la cocina y salón de la casa de sus padres, vía lanzamiento por la ventana (mi hermano Jose y yo, sin tómbolas de por medio, también practicamos el lanzamiento de alubias desde un 4º en cierta ocasión, y no pocos conductores creyeron que llovía café en el campo al ver la muesca de alguna en sus vehículos).
Encima del Maba se columpiaba Juan Pedro en las cuerdas de tender la ropa, alzando el vuelo sobre la barandilla del balcón al compás de los gritos desesperados de mi madre llamando a Leli.
El Maba era el “debajodelrelojdelaplaza” de nuestra infancia. Quedábamos allí cuando cerraban, allí cocinamos y vestimos a nuestras muñecas, intercambiamos nuestras primeras confidencias…
¡Qué pocos Mabas les van quedando a los niños piratas! :(
Calamaro: Lo que nunca se olvida.
Qué difícil es rescatar la voz de un recuerdo,
pero hay veces que allí está como si fuera el día
Yo sé que siempre hay algo que no podemos olvidar,
son esas cosas que ni siquiera el tiempo borrará
La felicidad es casi imposible recuperarla,
todo lo que fue dolor siempre acude a la memoria
Yo sé que siempre hay algo que no podemos olvidar,
son esas cosas que ni siquiera el tiempo borrará
Un día tal vez pueda pensar de otra manera,
pero hoy no puedo evitar lo que me apena
De algo que me pertenece
y que no quiero ocultarlo,
para qué, si es todo mío
Yo sé que siempre hay algo que no podemos olvidar,
son esas cosas que ni siquiera el tiempo borrará
Yo sé que siempre hay algo que no podemos olvidar,
son esas cosas que en el corazón siempre estarán
pero hay veces que allí está como si fuera el día
Yo sé que siempre hay algo que no podemos olvidar,
son esas cosas que ni siquiera el tiempo borrará
La felicidad es casi imposible recuperarla,
todo lo que fue dolor siempre acude a la memoria
Yo sé que siempre hay algo que no podemos olvidar,
son esas cosas que ni siquiera el tiempo borrará
Un día tal vez pueda pensar de otra manera,
pero hoy no puedo evitar lo que me apena
De algo que me pertenece
y que no quiero ocultarlo,
para qué, si es todo mío
Yo sé que siempre hay algo que no podemos olvidar,
son esas cosas que ni siquiera el tiempo borrará
Yo sé que siempre hay algo que no podemos olvidar,
son esas cosas que en el corazón siempre estarán
No hay comentarios :
Publicar un comentario