Seguro que seguiremos alejándonos, más que por la distancia, por los años, que parece que se empeñan en enterrar lo que fuimos cada uno. Pero por mucha tierra que nos eche encima el tiempo, siempre serás el niño que silbaba conmigo a las nubes para hacer creer a las gallinas que no vigilábamos su huida cuando les dejábamos la puerta abierta, el mismo que corría conmigo a meterlas cuando aparecía el milano y nos hacía presagiar la tragedia en una broma tantas veces repetida.
El
niño que se quedó sin sitio en la escalera del sobrao y, como
Pulgarcito y tantos otros hermanos pequeños de la literatura, nos
salvaba de los cerdos escapados por un descuido pactado e ideado por
la mente exploradora de nuestro hermano mayor.
El
niño que me hizo volar por las escaleras del poli (y casi matarme) y
soltar el alarido de dolor que tú no diste cuando te lesionaron el
brazo en judo.
Siempre
estás y estarás, cuando veo en una película un niño a quien sus
hermanos martirizan diciéndole que es adoptado. Tú eras nuestro
gitanito adoptado, el mismo por quien terminamos todos registrando
por primera vez el cuarto de los padres en busca de nuestros propios
papeles de adopción y por quien descubrimos, sin querer, quiénes
eran los Reyes.
Y
estás también en las siestas obligatorias en las que imaginábamos
que nuestra abuela resbalaría con una piel de plátano y se caería
con todos los cacharros por querer ahogar a los gatitos que teníamos
escondidos.
Estás
en mi niñez de tómbola de rosarios de garbanzos, en la cabaña de
la Araña y sus contraseñas, en los "bautizos" de "la"
Tini cuando se iban sus padres, en mi resistencia a ser novia "del"
Rodol cuando yo estaba enamorada "del" Cuco, en los hoíyos,
en las carreras de chapas, en el churro-mediamanga-mangotero (y no
mangaentera), en la mula que salta a la una y a las dos tira su
primera coz, en el balontiro, en el mepidolachurrera y yolacuchara,
en las lluvias alubieras desde un cuarto piso.
Fuiste
el primero en irse de casa en la infancia, cuando al pasar el piso de
"la" Pitu olía a lentejas, y seguiste siendo el Pulgarcito
de la adolescencia: el más pequeño y el más valiente, abandonando
el primero el nido, y haciéndome ver, por primera vez que se nos
acababa la infancia, que no íbamos a estar todos juntos para
siempre, que la niñez se iba en un barquito velero de cáscara de nuez o en un Alfa
Romeo rojo con salpicadero de madera y elevalunas (de destornillador)
eléctrico; el adolescente con el que me igualó el tiempo,
convirtiéndonos en amigos, pasando de cómplices a confidentes.
Estás
(y a partir de aquí ya siempre será "estáis") en mi
barba de tres pelos, y cuando me sobrevuelan recuerdos de carnavales
gaditanos, o de primeros amores locos intensos y efímeros, en los
partidos de volei contra la selección coreana en plena calle, en los
looks imposibles de regalos promocionales en los bares que nos hacían
llevar en las madrugadas de agosto chubasqueros de JB con cascos de
albañil amarillo, o sombreros de paja de Ron Negrita, camiseta de
Cacique, y cestita de peluches, linternas, relojes... Estás en mi
borrachera no buscada del garrafón del Gatsby, rescatándome del
asiento trasero de mi ranita, pero también intentando asesinarme
(con la ayuda de Carlos) tras la improvisada del Juglar, (y tras tu
paso "discreto" por la verbena, y tu "discreta"
parada en el callejón, lleno de vecinas), primero contra la escalera
y luego contra la bañera. El bourbonero "yosóloquieromorirme",
ya siempre va a ser sólo tuyo. Estás en mi bola de bolera magnética
atraída por los petacos, en la movilización del hermano de Marta
por el efecto 2000, y en el premio de vacunas gratuitas para su niña;
estás, estás... ¡vaya que si estás! lejos, pero siempre aquí.
Estás en mi primer viaje a Italia, y estás/estarás, en mi primero
a los USA, ya verás. Estás en mi infarto al corazón cuando conocí
al amigo que vino a recoger el paquete de Reyes...
Pero,
sobre todo, y más allá de en mi cerebro, estás donde tienes que
estar: en mi corazón.
Te quiero.
Pulgarcito en el corazón gigante...
ResponderEliminarOtra delicia...
(Errota)
Tú sí que eres megalocórdico. :*
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