Orlegi nació de la sombra de un roble para cobijarnos a todos bajo su frondosa imaginación. Orlegi es del color de los paisajes primaverales y de las esperanzas infinitas. Al nacer era completamente verde, pero su corazón de oro fue creciendo y creciendo hasta casi atravesar su piel, por eso tiene el torso dorado como nuestros campos en agosto.
Sus ojos cambian de color según lo que esté haciendo. Ahora son del color de la miel porque está leyendo unas cuantas curiosidades sobre la danza de las abejas.
- ¿Sabíais, amigos, que las abejas, cuando encuentran alimento, avisan a sus compañeras de panal dibujando ochos con su vuelo?
Todo lo que sabe lo aprendió en las páginas de las personas y en las almas de los libros.
Conoce mil historias sobre bibliotecarias, ojos alunados, niñas con cajas de polvos amarillos, poetas, dibujantes y otros soñadores. Y todas las comparte con quien quiera conocerlas. Hay dos petiazules tan aficionados a escucharle que han terminado anidando en sus cabellos para no tener que trasladarse cuando les vence el sueño. Si por ellos fuese, permanecerían siempre despiertos para no perderse ni una de las mágicas palabras de Orlegi. A Orlegi no le importa ser el casero de estos dos amigos. No les cobra otro alquiler que el de sus oídos, sus risas y sus miradas, a veces apasionadas, a veces entristecidas, otras sorprendidas,... según sea el color del cuento que escuchen, pero fascinadas siempre.
A Orlegi le gusta también contar historias pintando. Cuando supo que había unos duendes a los que les encantaba inventar cuentos, se puso enseguida manos a la obra y, con su varita-pincel y unas cuantas palabras mágicas, hizo aparecer un montón de historias en sus cabecitas y los convirtió a todos en prestidigitadores, como él. Y es que Orlegi es un monstruo muy muy especial.
Sus ojos cambian de color según lo que esté haciendo. Ahora son del color de la miel porque está leyendo unas cuantas curiosidades sobre la danza de las abejas.
- ¿Sabíais, amigos, que las abejas, cuando encuentran alimento, avisan a sus compañeras de panal dibujando ochos con su vuelo?
Todo lo que sabe lo aprendió en las páginas de las personas y en las almas de los libros.
Conoce mil historias sobre bibliotecarias, ojos alunados, niñas con cajas de polvos amarillos, poetas, dibujantes y otros soñadores. Y todas las comparte con quien quiera conocerlas. Hay dos petiazules tan aficionados a escucharle que han terminado anidando en sus cabellos para no tener que trasladarse cuando les vence el sueño. Si por ellos fuese, permanecerían siempre despiertos para no perderse ni una de las mágicas palabras de Orlegi. A Orlegi no le importa ser el casero de estos dos amigos. No les cobra otro alquiler que el de sus oídos, sus risas y sus miradas, a veces apasionadas, a veces entristecidas, otras sorprendidas,... según sea el color del cuento que escuchen, pero fascinadas siempre.
A Orlegi le gusta también contar historias pintando. Cuando supo que había unos duendes a los que les encantaba inventar cuentos, se puso enseguida manos a la obra y, con su varita-pincel y unas cuantas palabras mágicas, hizo aparecer un montón de historias en sus cabecitas y los convirtió a todos en prestidigitadores, como él. Y es que Orlegi es un monstruo muy muy especial.
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