Un libro del siglo XVI rezaba: "los magos dicen que si una persona se frota a sí misma con un diente de león será bienvenido en todas partes y obtendrá lo que desee".

domingo, 14 de junio de 2015

YIRA (Carlos Gardel)





©APARROYOS  
Cuando la suerte qu’es grela
Fayando y fayando
Te largue parao...
Cuando estés bien en la vía,
Sin rumbo, desesperao...
Cuando no tengas ni fe,
Ni yerba de ayer
Secándose al sol...

Cuando rajés los tamangos
Buscando ese mango
Que te haga morfar...
La indiferencia del mundo
Que es sordo y es mudo
Recién sentirás.

Verás que todo es mentira
Verás que nada es amor
Que al mundo nada le importa
Yira... yira...

Aunque te quiebre la vida,
Aunque te muerda un dolor,
No esperes nunca una ayuda,
Ni una mano, ni un favor.

Cuando estén secas las pilas
De todos los timbres
Que vos apretás,
Buscando un pecho fraterno
Para morir abrazao...
Cuando te dejen tirao,
Después de cinchar,
Lo mismo que a mí...
Cuando manyés que a tu lado
Se prueban la ropa
Que vas a dejar...
Te acordarás de este otario
Que un día, cansado,
Se puso a ladrar.
(Letra y música: Enrique Santos Discépolo. Intérprete: Carlos Gardel)

sábado, 13 de junio de 2015

AL FINAL TODO SALDRÁ BIEN (OL PARKER, EL EXÓTICO HOTEL MARIGOLD)







"Día 51.
El único fracaso de verdad es no llegar a intentarlo y el éxito se mide por cómo afrontamos la decepción, que siempre llega.

Vinimos aquí y lo intentamos, todos nosotros, a nuestra manera.

¿Acaso no es normal que nos sintamos demasiado viejos para cambiar, que nos asuste demasiado la decepción para empezar todo de nuevo?

Por la mañana nos levantamos y hacemos cuanto podemos. Todo lo demás no importa.

Pero también es cierto que la persona que no arriesga nada no consigue nada, no tiene nada. Lo único que sabemos del futuro es que será distinto, pero quizá nuestro temor es que todo siga siendo igual, por eso debemos celebrar los cambios, porque como dijo alguien una vez: Al final, todo saldrá bien y si no sale bien, hacedme caso, es que aún no es el final."  (Ol Parker, guionista de El exótico hotel Marigold)



viernes, 12 de junio de 2015

AUXILIO (Gabriel García Márquez)


Adieu - Alfred Guillou (1892)

Auxilio

Alguna vez leí un libro, o vi una película, o alguien me contó un hecho real, con el siguiente argumento: un oficial de marina metió de contrabando a su amada en el camarote de un barco de guerra, y vivieron un amor desaforado dentro de aquel recinto opresivo, sin que nadie los descubriera, durante varios años. A quien sepa quién es el autor de esta bellísima historia le ruego que me lo haga saber de urgencia, pues lo he preguntado a tantos y tantos que no lo saben, que ya empiezo a sospechar que a lo mejor se me ocurrió a mí alguna vez y ya no lo recuerdo. Gracias.

Copyright 1984. Gabriel García Márquez-ACI. Fragmento de un artículo publicado el 25 de enero de 1984 (El Paìs de Madrid)

 

TODO SE TRANSFORMA (Jorge Drexler)




Vídeo por: Ananena (Escuela de Música de Vitigudino)

Tu beso se hizo calor,
luego el calor, movimiento,
luego gota de sudor
que se hizo vapor, luego viento
que en un rincón de La Rioja
movió el aspa de un molino
mientras se pisaba el vino
que bebió tu boca roja.

Tu boca roja en la mía,
la copa que gira en mi mano,
y mientras el vino caía
supe que de algún lejano
rincón de otra galaxia,
el amor que me darías,
transformado, volvería
un día a darte las gracias.

Cada uno da lo que recibe
luego recibe lo que da,
nada es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde,
todo se transforma.

El vino que pagué yo
con aquel euro italiano
que había estado en un vagón
antes de estar en mi mano,
y antes de eso en Torino,
y antes de Torino, en Prato,
donde hicieron mi zapato
sobre el que caería el vino.

Zapato que en unas horas
buscaré bajo tu cama
con las luces de la aurora,
junto a tus sandalias planas
que compraste aquella vez
en Salvador de Bahía,
donde a otro diste el amor
que hoy yo te devolvería...

Cada uno da lo que recibe
y luego recibe lo que da,
nada es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde,
todo se transforma. 


DANIELA (Pedro Guerra)







Daniela por dentro está llena de puertas,
unas cerradas, otras abiertas.
Daniela por dentro está llena de puertas
a veces sales y a veces entras.
Daniela es del viento y a veces se entrega,
y pierde cosas, pero otras quedan.
Daniela es un árbol, un libro, una abeja,
volando entre tantas en una colmena.
Y a veces es difícil ser
y lo que hay
no siempre es lo que es
y lo que es
no es siempre lo que ves.

 Daniela por dentro está llena de puertas,
unas cerradas, otras abiertas.

Daniela respira y a veces se cuelga,
a veces no sabes si es ella o no es ella.
Daniela no entiende de todo y espera
que alguien le calme sus noches en vela.

Y a veces es difícil ser
y lo que hay
no siempre es lo que es
y lo que es
no es siempre lo que ves.

 Daniela por dentro está llena de puertas,
unas cerradas, otras abiertas.
 Daniela por dentro está llena de puertas
a veces sales y a veces entras.
 

LOS TRES MALQUERIDOS (João Cabral de Melo Neto)


© Antoni Arissa - The kiss 1930

Joaquim:

O amor comeu meu nome,
minha identidade, meu retrato.
O amor comeu minha certidão de idade,
minha genealogia, meu endereço.
O amor comeu meus cartões de visita.

O amor veio e comeu todos os papéis
onde eu escrevera meu nome.
O amor comeu minhas roupas,
meus lenços, minhas camisas.
O amor comeu metros e metros de gravatas.

O amor comeu a medida de meus ternos,
o número de meus sapatos,
o tamanho de meus chapéus.
O amor comeu minha altura, meu peso,
a cor de meus olhos e de meus cabelos.

O amor comeu meus remédios,
minhas receitas médicas, minhas dietas.
Comeu minhas aspirinas,
minhas ondas-curtas, meus raios-X.
Comeu meus testes mentais, meus exames de urina.

O amor comeu na estante
todos os meus livros de poesia.
Comeu em meus livros de prosa
as citações em verso.
Comeu no dicionário as palavras
que poderiam se juntar em versos.

Faminto, o amor devorou
os utensílios de meu uso:
pente, navalha, escovas,
tesouras de unhas, canivete.
Faminto ainda, o amor devorou
o uso de meus utensílios:
meus banhos frios, a ópera cantada no banheiro,
o aquecedor de água de fogo morto
mas que parecia uma usina.

O amor comeu as frutas
postas sobre a mesa.
Bebeu a água dos copos e das quartinhas.
Comeu o pão de propósito escondido.
Bebeu as lágrimas dos olhos que,
ninguém o sabia, estavam cheios de água.

O amor voltou para comer
os papéis onde irrefletidamente
eu tornara a escrever meu nome.
O amor roeu minha infância,
de dedos sujos de tinta,
cabelo caindo nos olhos,
botinas nunca engraxadas.

O amor roeu o menino esquivo,
sempre nos cantos,
e que riscava os livros, mordia o lápis,
andava na rua chutando pedras.
Roeu as conversas,
junto à bomba de gasolina do largo,
com os primos que tudo sabiam
sobre passarinhos, sobre uma mulher,
sobre marcas de automóvel.

O amor comeu meu Estado e minha cidade.
Drenou a água morta dos mangues,
aboliu a maré.
Comeu os mangues crespos e de folhas duras,
comeu o verde ácido das plantas de cana
cobrindo os morros regulares,
cortados pelas barreiras vermelhas,
pelo trenzinho preto, pelas chaminés.
Comeu o cheiro de cana cortada
e o cheiro de maresia.
Comeu até essas coisas de que eu desesperava
por não saber falar delas em verso.

O amor comeu até os dias
ainda não anunciados nas folhinhas.
Comeu os minutos de adiantamento
de meu relógio,
os anos que as linhas de minha mão asseguravam.
Comeu o futuro grande atleta,
o futuro grande poeta.
Comeu as futuras viagens em volta da terra,
as futuras estantes em volta da sala.

O amor comeu minha paz e minha guerra.
Meu dia e minha noite.
Meu inverno e meu verão.
Comeu meu silêncio,
minha dor de cabeça,
meu medo da morte.

("Os Três Mal-Amados", constante do livro "João Cabral de Melo Neto - Obras Completas", Editora Nova Aguilar S.A. - Rio de Janeiro, 1994, pág.59.)


Joaquim:
El amor se comió mi nombre,
mi identidad, mi retrato.
El amor se comió mi edad certificada,
mi genealogía, mi dirección.
El amor se comió mis tarjetas de visita.

El amor vino y se comió todos los papeles
en los que escribí mi nombre.
El amor se comió mi ropa,
mis pañuelos, mis camisas.
El amor se comió metros y metros de corbatas.

El amor se comió la talla de mis trajes,
el número de mis zapatos,
la circunferencia de mis sombreros.
El amor se comió mi altura, mi peso,
el color de mis ojos y el de mis cabellos.

El amor se comió mis medicinas,
mis recetas, mis dietas.
Se comió mis aspirinas,
mi onda corta, mis radiografías.
Se comió mis tests mentales,
mis análisis de orina.

El amor se comió de mis estantes
todos mis libros de poesía.
Se me comió en mis libros de prosa
las citas en verso.
Se comió en el diccionario las palabras
que podrían unirse en versos.

Hambriento, el amor devoró mis objetos cotidianos:
peine, cuchilla de afeitar, cepillos de dientes,
cortauñas, navaja.
Aún hambriento, el amor devoró mis costumbres:
mis baños fríos, la ópera cantada en la bañera,
el calentador de agua sin llama
que parecía una fábrica.

El amor se comió las frutas de la mesa.
Se bebió el agua de vasos y jarrones.
Se comió el pan escondido a propósito.
Se bebió las lágrimas de los ojos que
-nadie lo sabía- estaban llenos de agua.

El amor volvió para comerse los papeles donde,
inconscientemente, volví a escribir mi nombre.
El amor royó mi infancia
de dedos sucios de tinta,
cabello sobre los ojos,
botines nunca abrillantados.

El amor royó al niño esquivo,
siempre en los rincones,
que garabateaba los libros, mordía el lápiz
y andaba en la calle chutando piedras.
Royó las charlas junto a la gasolinera de la plaza,
con los primos que todo lo sabían sobre pajaritos,
sobre mujeres, sobre marcas de coches.

El amor se comió mi país y mi ciudad.
Drenó el agua muerta de los manglares,
abolió la marea.
Se comió los manglares rizados y de duras hojas,
se comió el verde limón de las plantas de caña
cubriendo las cumbres regulares
cortadas por las brarreras rojas,
por el trenecito negro, por las chimeneas.

Se comió el aroma de caña cortada
y el aroma salado del mar.
Se comió hasta esas cosas que me desesperaban
por no saber hablar de ellas en verso.

El amor se comió hasta los días
aún no anunciados en los calendarios.
Se comió los minutos adelantados de mi reloj,
los años que las líneas de mi mano aseguraban.

Se comió mi futuro de gran atleta
o el futuro de gran poeta.
Se comió los futuros viajes alrededor del mundo,
los estantes futuros alrededor del salón.

El amor se comió mi paz y mi guerra.
Mi día y mi noche.
Mi invierno y verano.
Se comió mi silencio,
mi dolor de cabeza,
mi miedo a la muerte.


VEJA BEM (Jorge Furtado):




SICILIA. A UN PASO DEL CIELO (SANDRA BALSELLS)







LA ISLA DE LAS FLORES (Jorge Furtado, 1989)


Brutal cortometraje que, más de 20 años después y contrariamente a lo que cabría esperar, puede utilizar como referencia muchas otras "islas de las flores".




lunes, 1 de junio de 2015

DELTOYA (Extremoduro) y ROBIN WIGHT






Se apagó el fogón,
no funciona nada.
¿Dónde está la luz
que hay en tu mirada? 

Me cuelgo de su pelo,
 me engancho de su miel,
me encuentro con mi hada,
 que está loca también.

 He vuelto a la andadas,
 he vuelto a enloquecer
lo vi escrito en la luna,
 luna creciente.
 
Es menester,
en la cañada,
dejar el arroyo
con sus ruidos.

Y yo me quedo en casa,
 me duele todo,
quién va a aguantarme
 con este mono.

Fotos de un cajón
 rompen mi cabeza,
recuerdo su olor
 y se me pone tiesa.

Me cuelgo de su pelo,
 me engancho de su miel,
me encuentro con mi hada,
 que está loca también.

 He vuelto a la andadas,
 he vuelto a enloquecer
lo vi escrito en la luna,
 luna creciente

Delicada gasa,
fuerte envoltura,
tope gansa
con la natura.

Y yo me quedo en casa,
 no necesito
tenerte cerca
 cuando vomito.

Me da igual.
me voy a poner del tó ya sin parar.
me da igual
 del tó ya.

Voy a dar
 la vuelta a y no sé muy bien por qué
y a romper 
del tó ya
 Y a firmar
 en todas las paredes con mi piel:
a empezar
del tó ya.

 Del tó ya...