Esperando el bus volví a coincidir con el ancianito que tanto me recuerda a mi padre porque va hecho un pincelito. Nos saludamos. Consulté en el móvil cuánto faltaba para que llegase el bus y él inició una conversación sobre la diferencia entre el mío (un smartphone) y el suyo (uno como los de siempre). Le dije que para llamar servían los dos igual y que incluso, para esa utilidad, el suyo era mejor que el mío (consumo de batería, teclas como diox manda, menos delicadito...), que la única ventaja era consultar Internet. Pasó a comentarme el escaso uso que él le daba, que era viudo y sólo lo llevaba para que sus hijos no se preocuparan, etc. Hablar de Internet le llevó a contarme, entre risas, que hace poco le habían llamado para convencerle de que contratara conexión a la red. Una charlita intrascendente si no fuera porque, al explicarme que a su edad (91) ya lo tenía todo hecho y todo visto, desembocó en una mirada triste acompañando al final de la frase: "y lo que no tenía visto, me gustaría no haberlo visto nunca", y empezó a hablar de lo que desgraciadamente supone el tema de conversación generalizado: la corrupción degenerada.
Llevo mucho tiempo, como todos, de la incredulidad a la indignación, y
de ahí a la impotencia, y de ahí a la rabia y al pensamiento de que
"esto es lo máximo" para, a la mañana siguiente, ver, incrédula de
nuevo, que no hay límite, y vuelta a empezar.
Pero hoy ese círculo vicioso se ha roto, y lo ha hecho por la esquina de la pena o por la pena en cualquier esquina (más allá de la que producen a diario las víctimas directas); la tristeza por un sector de la población en el que
hasta hoy no había reparado: los ancianos que se han pasado toda su
santísima vida haciendo lo correcto, por muy putas que las hayan pasado,
y obviando caminos más fáciles si eran inmorales.
Echo mucho de menos cuando los mayores sólo se quedaban boquiabiertos (pero nunca tristes) ante las nuevas modas de los jóvenes.
Echo mucho de menos cuando los mayores sólo se quedaban boquiabiertos (pero nunca tristes) ante las nuevas modas de los jóvenes.
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