Un libro del siglo XVI rezaba: "los magos dicen que si una persona se frota a sí misma con un diente de león será bienvenido en todas partes y obtendrá lo que desee".

viernes, 4 de julio de 2014

DESPUÉS DEL VACÍO



Una vez conocí a un hombre que, con los años, perdió toda capacidad de cariño. Sucedió que, a lo largo e su vida, como el Principito de Exupéry o el Elegido de Silvio, fue de planeta en planeta, pero buscando una dueña de quien hacerse esclavo.

Por el camino, con cada error, con cada desilusión, con cada caída, lejos de hacerse más fuerte, su corazón se iba debilitando, secando, haciéndose cada vez más pequeño, progresivamente incapaz de bombear lo suficiente como para remontar el desánimo.

Herido de mil llantos, enfermo de amor desamado, solo y sin sol: de-sol-ado, se enfrentó al espejo y se vio tan mermado que supo que había perdido, no sabía en qué vuelta del camino, su esencia vital: sus ganas de crecer, de dejarse invadir.

Ante el espanto de tal certeza, la poca sangre que quedaba en sus venas huyó en estampida impulsada por un último y vigoroso latido. Cuando su cuerpo se quedó vacío de rencores y amarguras, sucedió algo insólito: quedó tanto espacio libre, que se le empezaron a colar los sueños.

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