Un libro del siglo XVI rezaba: "los magos dicen que si una persona se frota a sí misma con un diente de león será bienvenido en todas partes y obtendrá lo que desee".

martes, 4 de marzo de 2014

DESMIRAR (Eduardo GALEANO)



Hacía más de un año que Betina Benavídez no conseguía levantar los párpados. 
 
El médico del hospital creyó que podía ser un caso de miastenia, una enfermedad rara; pero los análisis de sangre y todos los exámenes decían que Betina era una joven saludable. Tampoco el oculista encontró nada; y Betina seguía día y noche con los párpados caídos, encerrada en la chacrita de su familia, en las afueras de Montevideo. 
 
¿Sería una huelga de ojos? ¿Los ojos se habían cansado de mirar, y habían perdido las ganas de seguir mirando? Vaya uno a saber: el hecho es que después también el corazón se cansó de latir, y perdió las ganas de seguir latiendo. 
 
Ciega del mundo, Betina murió a la medianoche del 31 de diciembre de 2000, mientras morían el año, el siglo y el milenio, quizá cansados de mirar y ver lo que veían.

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