Un libro del siglo XVI rezaba: "los magos dicen que si una persona se frota a sí misma con un diente de león será bienvenido en todas partes y obtendrá lo que desee".

viernes, 19 de enero de 2018

POEMA VISUAL


      A lo mejor es que estoy tierna o con el corazón a flor de piel, pero hace unas horas he visto uno de los poemas más inmensos que las escenas de calle me hayan permitido nunca contemplar: 

     Cuatro personas caminan juntas, pero delante el abuelo, llevando a costillas a un niño de unos 6 años, medio despendolado, con una pierna asomando por el hombro izquierdo del abuelo y la cabeza entre su codo y su costado, y con su mochila a la espalda.  

     A unos poquitos pasos por detrás, la abuela con una niña de unos tres años de la mano. La niña lleva su osito en la mano, la abuela una bolsa de supermercado. 

        Lo que más me llama la atención, porque me ciega su brillo, es la sonrisa de la niña. Una sonrisa como la que tengo ahora yo recordándola. Y mira hacia arriba, como hacia el cielo, pero es a la abuela, y le dice:


 - Abuela... 

- ¡Dime, preciosa! 

- Te quiero. 

     Pero ha sido un te quiero radiante, lleno, como si encerrase dentro todos los tequieros que todos los abuelos del planeta se merecen y esperan.

    Y, como era inevitable, esta vez, más que caérseme, he perdido los calcetines al ver que el invierno entero se descongelaba en un instante.