
Acabo de verla en Redes, en un capítulo sobre el suicidio, sobre un muro pintada: No tengo suficiente espacio para tanto vacío. Rotundo. Tremendo.
He estado buscando dónde escribirlo, mi libreta de ralladuras emanadas de lecturas. He encontrado una, pero estaba llena, sin más espacio para tanto vacío, para tanto vacío que estuvo tan colmado. He pensado, mirándola por encima, la emoción con que leí un libro que me recomendaste, un libro irregular que logró prenderme, sin embargo, posiblemente por el mero hecho de que fueses tú quien me dejaste entre sus hojas al partir. Y pienso que ésa fue la razón de mi entusiasmo porque, en cambio, la segunda lectura a la que me lanzaste, siendo superior en calidad y trama a la primera, sufrió un injustísimo abandono por mi parte: había adivinado que tu emoción por ambos libros tenía idéntica índole que la que me llevaba a sumergirme tan profundamente, pero origen contrapuesto. Así, irónicamente, estabas haciendo que me enamorase de textos de los que otra te había hecho, a su vez, enamorarte, una otra que me trajo, a través de ti, dolor de tortura en los más depravados ingenios torquemadianos bajo los más maquiavélicos pretextos. Llegada a esa conciencia, con el corazón helado, tuve que abandonar su lectura para no elegir abandonarte a ti.
Quién sabe, quizá ahora que te voy abandonando completamente pueda reconciliarme con él, emane de él otra, otra mujer tan distinta como me siento ahora mismo. No la que era antes de ti, pero al menos tampoco la que he sido contigo.