Porque hay tantas princesas como príncipes que las convierten en tales (y casi tantas como cantatas en alemán ; ) ); porque se encuentran en las calles, en los mercados, en los puentes, en los bares, en los trenes,...; llamando por teléfono a la niña -otra princesa-; luchando contra enemigos que obligan a dar el último adiós a los hijos; intentando en vano que la última foto mental de la madre no salga borrosa por la lluvia de lágrimas que a duras penas retiene el párpado; saliendo despavoridas del fuego infernal al que se le cae el rótulo de hogar; montando en bicicleta mientras persiguen tesoneros la mirada que tienen las palabras; besando a los amigos que se van pero se quedan;...
Porque hay, en fin, tantas princesas y príncipes como guerrer@s envueltos en pequeñas luchas titánicas por sobrevivir o porque te sobrevivan:
Tu propia canción (Tolba Phanem - princesa africana)

Cuando una mujer de cierta tribu de África sabe que está embarazada, se interna en la selva con otras mujeres y, juntas, rezan y meditan hasta que aparece la canción del niño. Saben que cada alma tiene su propia vibración que expresa su particularidad, unicidad y propósito. Las mujeres entonan la canción y la cantan en voz alta. Luego retornan a la tribu y se la enseñan a todos los demás.
Cuando nace el niño, la comunidad se junta y le cantan su canción. Luego, cuando el niño comienza su educación, el pueblo se junta y le canta su canción. Cuando se inicia como adulto, la gente se junta nuevamente y canta. Cuando llega el momento de su casamiento, la persona escucha su canción.
Finalmente, cuando el alma va a irse de este mundo, la familia y amigos se acercan a su cama e igual que para su nacimiento, le cantan su canción para acompañarlo en la transición.
En esta tribu de África hay otra ocasión en la cual los pobladores cantan la canción. Si en algún momento durante su vida la persona comete un crimen o un acto social aberrante, se lo lleva al centro del poblado y la gente de la comunidad forma un círculo a su alrededor. Entonces le cantan su canción.
La tribu reconoce que la corrección para las conductas antisociales no es el castigo; es el amor y el recuerdo de su verdadera identidad. Cuando reconocemos nuestra propia canción ya no tenemos deseos ni necesidad de hacer nada que pudiera dañar a otros.
No necesito una garantía firmada para saber que la sangre de mis venas es de la tierra y sopla en mi alma como el viento, refresca mi corazón como la lluvia y limpia mi mente como el humo del fuego sagrado.